jueves, 4 de julio de 2019

«BURNOUT»: ESTOY QUEMADO EN EL TRABAJO


Agotamiento, insomnio, ansiedad, desánimo, abuso de alcohol, actitudes negativas, sarcásticas, cínicas y poco colaboradoras, conflictos interpersonales en el ámbito laboral y familiar...

Algunos estudios estiman que un 15% de los trabajadores podrían padecerlo, unos porcentajes que ascienden hasta el 20% en el caso de los agentes de policía e incluso a un 40% para los profesionales de la sanidad.

Es el «Burnout» o síndrome de estar quemado en el trabajo, un fenómeno del ámbito laboral que, a pesar de haber sido citado por primera vez en la década de los años 70, acaba ser reconocido por la OMS como una enfermedad profesional.

1974. NUEVA YORK. UNA CLÍNICA DE DESINTOXICACIÓN…
Fue Herbert Freudenberger, un psiquiatra de una clínica de desintoxicación de New York, el que en 1974 utilizó el término «burnout» para hacer referencia al estado físico y mental que apreció en jóvenes voluntarios que trabajaban en la clínica y que presentaban agotamiento, irritabilidad y cinismo hacia sus pacientes, lo cual les llevaba a intentar evitarlos.

Poco después, en 1976, era la psicóloga norteamericana Christina Maslach la que, en relación a hechos similares, definía con el término «burnout» el síndrome que apreció entre algunos de sus compañeros: un proceso progresivo de desgaste profesional, despersonalización y baja realización personal que podía tener lugar en profesionales con frecuentes contactos con otras personas.

La propia Maslach y otra psicóloga, igualmente estadounidense, Susan E. Jackson, fueron las que definitivamente, en el año 1981, definieron el «burnout» como un síndrome tridimensional cuyos síntomas más destacados eran:

·  Cansancio emocional: pérdida de energía progresiva, agotamiento, fatiga... como consecuencia de la interacción entre el profesional y el público. El trabajador siente que ya no puede dar más de sí mismo a nivel afectivo.

·     Falta de realización personal en su trabajo: respuestas negativas hacia sí mismo y su trabajo, evaluando pésimamente su capacidad como profesional.

·  Despersonalización: actitudes negativas y respuestas cínicas y frías hacia los ciudadanos, es decir, deshumanización en el trato.

PROPIO DE PROFESIONES EN CONTACTO CON LOS DEMÁS
Actualmente se considera que el «burnout» es una respuesta afectiva crónica a las condiciones estresantes del trabajo de determinados profesionales con altos niveles de contacto personal. Profesores, educadores, enfermeros, médicos y policías son a menudo víctimas del síndrome. Suele tratarse de profesionales vocacionales que ejercen con un importante grado de entrega e implicación personal.

Pero, además, en la empresa privada también puede aparecer el síndrome, especialmente en aquellos trabajadores en relación interpersonal directa y continuada con el cliente.

Existen estudios que señalan que el síndrome afecta en mayor medida a los denominados «workoholics» o adictos al trabajo, personas con un alto sentido de responsabilidad, perfeccionistas y que no delegan tareas ni trabajan en equipo, consagrando su vida casi en exclusiva al entorno laboral.

EL ESTRÉS CRÓNICO COMO ORIGEN
El origen del «Burnout» podría estar en la respuesta al estrés laboral crónico cuando las estrategias de afrontamiento son ineficaces, de forma que las demandas del trabajo, principalmente emocionales, superan la capacidad y tolerancia del trabajador.
El proceso de aparición y evolución del síndrome no es complejo: el profesional sufre elevados niveles de estrés como consecuencia de su trabajo, y si no es capaz de movilizar los recursos necesarios para reducirlo, éste se cronifica. De este modo, pierde habilidades y deseos para dar una respuesta emocional adecuada a situaciones conflictivas, comenzando a tratar a las personas con indiferencia y frialdad. El trabajador tiene que hacer frente a un problema tras otro, dando lugar a que los ciudadanos sean vistos como simples objetos en los que lo único que cambia es su identidad.

ALGUNAS MEDIDAS PARA PREVENIRLO
El síndrome de estar quemado en el trabajo puede prevenirse. Dado que su origen está en unas condiciones laborales estresantes, es por ahí por donde, precisamente, se debe comenzar, por mejorar la organización del trabajo y proveer al trabajador de las herramientas necesarias para que pueda realizar sus tareas de la forma más adecuada. Una carga de trabajo proporcionada a las capacidades de cada cual es, sin duda, una de las medidas «estrella» en tal sentido.

Mejorar nuestras habilidades, tanto las profesionales como las sociales, o reciclarnos periódicamente, son medidas que, a nivel individual, también contribuirán a la prevención del síndrome.

Desconectar del trabajo, poniendo límites y ajustando nuestras expectativas laborales, hacer ejercicio regularmente y pedir ayuda a otras personas o, incluso, a profesionales de la salud si es necesario, son también medidas que para no llegar a «quemarse en el trabajo».

Y tú, ¿crees estar quemándote? Toma medidas.


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