"Taquicardia afectiva". Es como los
científicos del Centro
de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC) han
denominado el fenómeno que se produce cuando una persona está enamorada y
contempla una fotografía de la cara de su amado. Su corazón sufre una
deceleración inicial y disminuye la frecuencia cardíaca durante unos segundos
para, posteriormente, acelerarse rápidamente.
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado una investigación llevada a
cabo por científicos de la Universidad de Granada, pertenecientes
al citado Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento (CIMCYC). Se
trata de uno de los estudios más completos hasta la fecha realizados sobre los mecanismos
fisiológicos que provoca el amor en las personas, midiendo sus efectos
tanto a nivel central (cerebral) como periférico (cardíaco, muscular y de
sudoración), según ha informado la propia universidad.
Más en las chicas que en los chicos
La investigación señala además que, debido al enamoramiento, la visión del rostro de la persona amada aumenta la sudoración o conductividad eléctrica de la piel a partir del primer segundo y medio y provoca una activación del músculo cigomático facial, que es el responsable de la sonrisa.
Este último patrón se produce en mayor medida en las chicas que en los
chicos debido, probablemente, a cuestiones culturales, ya que las mujeres
tienen una mayor facilidad para expresar sus emociones que los hombres.
El enamoramiento como protector frente al estrés
El patrón fisiológico del amor efectuado por los científicos también revela que
este sentimiento positivo es un protector del ESTRÉS.
Cuando los participantes estaban contemplando la foto de una persona
querida, al darles un susto mediante un ruido fuerte inducido a través de los
auriculares, la respuesta de sobresalto que se producía era mucho menor que
cuando esto ocurría sin visionar la foto.
También con otras personas queridas
La actividad cerebral que se produce es además mucho mayor cuando contemplamos fotos de personas queridas que las de desconocidos.
Los investigadores que han llevado a cabo el trabajo pertenecen al
Laboratorio de Psicofisiología Humana y Salud y, desde el año 2010,
analizan los patrones fisiológicos que producen las emociones positivas en los
sujetos.
Para desarrollar la investigación trabajaron con una muestra formada por
estudiantes de la Facultad de Psicología, jóvenes de entre 20 y 29 años, a
quienes pidieron que hicieran una fotografía con unas condiciones determinadas
de tamaño y en blanco y negro de su padre o madre, así como de su pareja, con
quien debían llevar un mínimo de seis meses de relación.
Estas fotos de las caras debían ser neutras, es decir, sin ninguna
expresión emocional de alegría o tristeza que pudiera interferir en la reacción
de los participantes, y se proyectaron de manera aleatoria durante cuatro
segundos en el transcurso del experimento, según han explicado los
investigadores Jaime Vila Castellar y Pedro Guerra Muñoz.
Posteriormente, los científicos completaron un experimento con todos los
participantes, en el que les colocaban sensores en el rostro, cabeza y manos, y
monitorizaron su actividad fisiológica central y periférica, al tiempo que les
presentaban fotografías de cinco caras: dos de personas queridas, dos de
personas desconocidas y una de un bebé como grupo control.
Mira un interesante VÍDEO sobre las investigación
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