domingo, 28 de junio de 2020

ESTRÉS TRAS EL CONFINAMIENTO

«La ansiedad, la ira, la frustración, el miedo o el insomnio se pueden prolongar entre cuatro y seis meses después de una cuarentena. Y síntomas de estrés postraumático o un abuso de alcohol o drogas relacionados con el episodio son detectados hasta tres años más tarde». Son palabras de Samantha Brooks, la psicóloga que ha liderado el equipo de investigadores del King’s College de Londres, autor de un interesante estudio que recoge las consecuencias psicológicas de las cuarentenas.

La investigación, que ha sido publicada en la revista The Lancet, está basada en experiencias de cuarentena anteriores, desde el síndrome respiratorio agudo (SARS) de 2003 hasta el ébola de 2016, e incluye otras, como la gripe A o la influenza equina.

EFECTOS PSICOLÓGICOS NEGATIVOS
La cuarentena impacta negativamente en el equilibrio de las personas, debido a la sensación de irrealidad de la nueva situación. La privación de libertad, el abandono de las rutinas diarias, la impresión de que el tiempo se paraliza, la incertidumbre respecto al futuro, el coste en vidas humanas, las pérdidas económicas… Son muchos los elementos que convierten la situación de una pandemia y el confinamiento en un perfecto caldo de cultivo para generar efectos psicológicos negativos en el ser humano.

El hallazgo de que estos efectos aún pueden detectarse meses o años más adelante es particularmente preocupante e indica que se deben implementar medidas durante el proceso de planificación de cuarentena para minimizar estos impactos psicológicos.

ESTRESORES DURANTE LA PANDEMIA. Y TRAS ELLA
Los estudios apuntan a que son fuentes de estrés durante la pandemia la duración de la cuarentena (quienes estuvieron más de 10 días en confinamiento presentaron un estrés postraumático significativamente más alto que los que estuvieron menos de 10 días), el miedo a la infección (contagio propio o riesgo de infectar a familiares), la frustración y aburrimiento derivados del encierro y la pérdida de rutina y contacto social y físico habitual, unos suministros básicos inadecuados, y la disposición de una información deficiente.

Pero los factores de estrés no tienen lugar tan solo durante la cuarentena, sino que también se producen una vez concluida. Y a este respecto, las investigaciones apuntan a que los aspectos más relevantes en la generación del estrés son las finanzas (muchas personas no pueden trabajar durante la pandemia e, incluso, tras ella, con las consiguientes pérdidas económicas) y el estigma que en ocasiones supone resultar infectado y que lleva a otros a evitar a quienes estuvieron contagiados, retirándoles invitaciones sociales, tratándolos con miedo y sospecha, o haciendo comentarios críticos.

Simon Wessely, psiquiatra y estudioso de este tipo de cuarentenas, señala que  nunca se puede preparar una población entera de antemano para el estrés derivado del confinamiento por una cuarentena, pero se pueden tomar medidas en la dirección correcta.

CONCLUSIONES
Uno de los objetivos del estudio del King’s College de Londres es ofrecer pautas que ayuden a la población a reincorporarse a su rutina diaria sin secuelas tras el confinamiento.

En general, la investigación sugiere que el impacto psicológico de la cuarentena es amplio y sustancial y, además, que puede ser duradero. No obstante, ello no quiere decir que no se deba utilizar la cuarentena en situaciones como una pandemia (los efectos psicológicos de no utilizarla y permitir que la enfermedad se propague podrían ser peores), sino tan solo que la situación debe manejarse con cuidado.

Algunas recomendaciones derivadas del estudio para tal manejo pasan por decir a las personas lo que está sucediendo, por qué y cuánto tiempo continuará. Facilitar a la población actividades alternativas para realizar durante la cuarentena, proporcionar una comunicación clara, asegurar la disponibilidad de suministros básicos (alimentos, agua, y suministros médicos) y reforzar la sensación de altruismo que las personas deberían, con razón, sentir.

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