El estrés
puede tener consecuencias perniciosas no solo para quien lo sufre en primera
instancia, sino también para quienes se encuentran a su alrededor. Es una de
las conclusiones del estudio llevado a cabo por investigadores de la
Universidad de Calgary, en Canadá, y publicado en la revista especializada Nature Neuroscience.
EXPERIMENTO EN RATONES
La
investigación se desarrolló en parejas de ratones del mismo sexo: mientras uno
de los animales recibía una pequeña descarga eléctrica en las extremidades, el
otro permanecía en la jaula. Curiosamente, cuando ambos roedores eran juntados
de nuevo y se medían sus niveles de corticosterona (hormona implicada en los episodios de
ansiedad), éstos habían aumentado en los dos animales.
Además,
las neuronas del hipotálamo de ambos animales, que secretan la hormona
liberadora de la corticotropina, o CRH (sustancia relacionada con las
respuestas de estrés) también se alteraban de forma idéntica en los dos ratones.
RELEVANTE PAPEL EN UN MISMO GRUPO
El
estudio desveló también que la ansiedad se propaga a través de señales
químicas, o feromonas, secretadas tras la activación de las neuronas CRH, de
modo que el roedor no estresado olería las sustancias de alarma liberadas por
su congénere sí alterado, lo cual estimularía su propia respuesta fisiológica
de estrés a pesar de no haber sido sometido al agente estresor.
Según Jaideep
Bains y Toni-Lee Sterley, integrantes del equipo de investigadores, cualquiera
de los dos roedores serían capaces de transmitir su estrés a un tercer ratón no
estresado (contagio), lo que sugiere un importante papel en las interacciones o
relaciones sociales entre los individuos de un mismo grupo.
RESULTADOS EXTRAPOLABLES AL SER HUMANO
Los investigadores creen que los resultados del estudio son extrapolables a los seres humanos, señalando como ejemplo el síndrome de estrés postraumático que a veces experimentan quienes escuchan experiencias dramáticas de otras personas, una consecuencia que podría tener su explicación en los cambios neuronales que se producen en su propio cerebro al intentar reconfortar a esas personas afligidas y estresadas.
En el año 2014, científicos del Instituto Max Planck de Neurociencias, con sede en la ciudad de Leipzig, y de la Universidad Técnica de Dresde, en Alemania, ya habían señalado, en otro estudio, que la observación directa de personas estresadas era un factor de riesgo para este efecto contagio, un fenómeno que en aquella investigación catalogaron como «estrés empático».
Ambas investigaciones llevan a la conclusión de la relevancia de crear espacios de trabajo sanos, libres de estrés, con el objetivo no solo de preservar la salud de los trabajadores, sino también de mejorar la creatividad y la productividad en el trabajo.
Los investigadores creen que los resultados del estudio son extrapolables a los seres humanos, señalando como ejemplo el síndrome de estrés postraumático que a veces experimentan quienes escuchan experiencias dramáticas de otras personas, una consecuencia que podría tener su explicación en los cambios neuronales que se producen en su propio cerebro al intentar reconfortar a esas personas afligidas y estresadas.
En el año 2014, científicos del Instituto Max Planck de Neurociencias, con sede en la ciudad de Leipzig, y de la Universidad Técnica de Dresde, en Alemania, ya habían señalado, en otro estudio, que la observación directa de personas estresadas era un factor de riesgo para este efecto contagio, un fenómeno que en aquella investigación catalogaron como «estrés empático».
Ambas investigaciones llevan a la conclusión de la relevancia de crear espacios de trabajo sanos, libres de estrés, con el objetivo no solo de preservar la salud de los trabajadores, sino también de mejorar la creatividad y la productividad en el trabajo.
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