«La ansiedad, la ira, la frustración, el miedo o el insomnio se pueden
prolongar entre cuatro y seis meses después de una cuarentena. Y síntomas de estrés postraumático o un abuso de
alcohol o drogas relacionados con el episodio son detectados hasta tres años
más tarde». Son palabras de Samantha Brooks, la psicóloga que ha liderado el
equipo de investigadores del King’s College de Londres, autor de
un interesante estudio que recoge las consecuencias psicológicas de las
cuarentenas.
La investigación, que ha sido publicada en la revista The Lancet, está basada en experiencias de cuarentena anteriores,
desde el síndrome respiratorio agudo (SARS) de 2003 hasta el ébola de 2016, e
incluye otras, como la gripe A o la influenza equina.
EFECTOS PSICOLÓGICOS NEGATIVOS
La cuarentena impacta negativamente en el equilibrio de las personas,
debido a la sensación de irrealidad
de la nueva situación. La privación de libertad, el abandono de las rutinas
diarias, la impresión de que el tiempo se paraliza, la incertidumbre respecto
al futuro, el coste en vidas humanas, las pérdidas económicas… Son muchos los
elementos que convierten la situación de una pandemia y el confinamiento en un
perfecto caldo de cultivo para generar efectos psicológicos negativos en el ser
humano.
El hallazgo de que estos efectos aún
pueden detectarse meses o años más adelante es particularmente preocupante
e indica que se deben implementar medidas durante el proceso de planificación
de cuarentena para minimizar estos impactos psicológicos.
ESTRESORES DURANTE LA PANDEMIA. Y TRAS ELLA
Los estudios apuntan a que son fuentes de estrés durante la pandemia la duración de la cuarentena (quienes
estuvieron más de 10 días en confinamiento presentaron un estrés postraumático
significativamente más alto que los que estuvieron menos de 10 días), el miedo
a la infección (contagio propio o riesgo de infectar a familiares), la
frustración y aburrimiento derivados del encierro y la pérdida de rutina y
contacto social y físico habitual, unos suministros básicos inadecuados, y la disposición
de una información deficiente.
Pero los factores de estrés no tienen lugar tan solo durante la cuarentena,
sino que también se producen una vez
concluida. Y a este respecto, las investigaciones apuntan a que los
aspectos más relevantes en la generación del estrés son las finanzas (muchas
personas no pueden trabajar durante la pandemia e, incluso, tras ella, con las
consiguientes pérdidas económicas) y el estigma que en ocasiones supone
resultar infectado y que lleva a otros a evitar a quienes estuvieron
contagiados, retirándoles invitaciones sociales, tratándolos con miedo y
sospecha, o haciendo comentarios críticos.
Simon Wessely, psiquiatra y estudioso de este tipo de cuarentenas, señala
que nunca se puede preparar una
población entera de antemano para el estrés derivado del confinamiento por una
cuarentena, pero se pueden tomar medidas en la dirección correcta.
CONCLUSIONES
Uno de los objetivos del estudio del King’s College de Londres es ofrecer
pautas que ayuden a la población a reincorporarse a su rutina diaria sin
secuelas tras el confinamiento.
En general, la investigación sugiere que el impacto psicológico de la cuarentena es amplio y sustancial y,
además, que puede ser duradero. No obstante, ello no quiere decir que no
se deba utilizar la cuarentena en situaciones como una pandemia (los efectos
psicológicos de no utilizarla y permitir que la enfermedad se propague podrían
ser peores), sino tan solo que la situación debe manejarse con cuidado.
Algunas recomendaciones derivadas del estudio para tal manejo pasan por decir a las personas lo que está sucediendo, por qué y cuánto tiempo continuará. Facilitar a la población actividades alternativas para realizar durante la cuarentena, proporcionar una comunicación clara, asegurar la disponibilidad de suministros básicos (alimentos, agua, y suministros médicos) y reforzar la sensación de altruismo que las personas deberían, con razón, sentir.
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Algunas recomendaciones derivadas del estudio para tal manejo pasan por decir a las personas lo que está sucediendo, por qué y cuánto tiempo continuará. Facilitar a la población actividades alternativas para realizar durante la cuarentena, proporcionar una comunicación clara, asegurar la disponibilidad de suministros básicos (alimentos, agua, y suministros médicos) y reforzar la sensación de altruismo que las personas deberían, con razón, sentir.
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