sábado, 30 de enero de 2021

EL ESTRÉS PUEDE AFECTAR A LA EFICACIA DE LAS VACUNAS CONTRA EL COVID-19, SEGÚN UN ESTUDIO

 

Es, sin lugar a dudas, uno de los más destacados avances que el ser humano ha logrado a lo largo de la historia, hasta tal punto que millones de personas, en todo el mundo, han salvado su vida gracias a ellas: las vacunas.

Pero para lograr su total eficacia precisan que se alcance la llamada inmunidad colectiva o de rebaño, un fenómeno que se consigue, básicamente, cuando un porcentaje crítico de la población se ha vacunado, de forma que se interrumpe la cadena epidemiológica entre las personas y se provoca de una forma indirecta la protección contra la enfermedad, previniendo que individuos no inmunizados se contagien.

A lo largo de los años, las investigaciones han constatado, sin embargo, que existen diversos factores que pueden afectar a la eficacia de las vacunas. Uno de dichos aspectos es la debilidad del sistema inmunológico del organismo vacunado, un elemento que, a su vez, resulta negativamente influenciado por factores como el estrés.

Un nuevo estudio, recientemente publicado en la revista Perspective on Psychological Sciente, concluye que tal afectación pudiera ocurrir también con las vacunas contra el coronavirus SARS-CoV-2, causante del Covid-19.

Lo más curioso de todo ello es que son, precisamente, los prolongados meses de pandemia los que parecen estar provocando las situaciones de estrés –además de otros problemas psíquicos­– que pudieran acabar reduciendo la efectividad de las vacunas frente al coronavirus.

Según la profesora Annelise Madison, de la Universidad estatal de Ohio, responsable principal de este estudio, además del alcance físico de Covid-19, «la pandemia presenta un componente de salud mental igualmente preocupante, que causa ansiedad y depresión, entre muchos otros problemas, de forma que factores estresantes emocionales como estos pueden afectar el sistema inmunológico de una persona, disminuyendo su capacidad para protegerse de las infecciones».

La profesora señala que el «nuevo estudio arroja luz sobre la eficacia de la vacuna y cómo los comportamientos de salud y los factores estresantes emocionales pueden alterar la capacidad del cuerpo para desarrollar una respuesta inmune. El problema es que la pandemia, en sí misma, podría estar amplificando estos factores de riesgo».

TAMBIÉN HAY BUENAS NOTICIAS

Pero todo no son malas noticias, por fortuna. Los investigadores apuntan dos aspectos que hacen augurar un futuro prometedor. Por un lado, que las vacunas contra el Covid-19 tienen una alta efectividad contra la enfermedad (aproximadamente entre el 70 y el 95%) y, por otro, que resulta posible y relativamente fácil reducir los efectos negativos del estrés: el ejercicio moderado y conciliar el sueño pueden ser suficientes para conseguirlo.

En este segundo sentido se manifiesta Janice Kiecolt-Glaser, directora del Instituto de Investigación en Medicina del Comportamiento de la Universidad Estatal de Ohio y coautora principal del trabajo, que afirma que «es posible hacer algunas cosas simples para maximizar la eficacia inicial de la vacuna», como realizar ejercicio vigoroso y dormir bien durante las 24 horas previas a la vacunación para que el sistema inmunológico funcione al máximo de su rendimiento.

Aunque ante la actual situación algunas de las medidas pudieran resultar de dificultosa ejecución, no nos queda otra que tomar nota y ponerlas en marcha para lograr esa optimización de nuestro sistema inmunológico que nos lleve a la inmunidad de rebaño y, por fin, a derrotar al maldito virus.

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