miércoles, 29 de noviembre de 2023

ASÍ NOS PERJUDICA EL ESTRÉS EN LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA, SEGÚN UN ESTUDIO

 

Las lesiones en la cabeza en los niños pequeños son relativamente comunes, especialmente por caídas, y pueden estar relacionadas, según algunos estudios, con trastornos del estado de ánimo o con dificultades sociales en etapas posteriores de la vida.

También son bastante habituales las experiencias infantiles adversas, las cuales se han relacionado con un posible incremento del riesgo de padecer ciertas enfermedades mentales y de abusar de sustancias en la edad adulta.

Recientemente, investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, en EEUU, han llevado a cabo un estudio con animales con el objetivo de averiguar si el estrés en los primeros años de vida agrava los efectos de una lesión en la cabeza producida durante la niñez, produciendo consecuencias negativas sobre la salud y en el comportamiento en etapas posteriores de la vida.

Kathryn Lenz, profesora asociada de psicología de la Universidad de Ohio y autora principal del estudio, ha señalado no saber «cómo pueden interactuar esas dos cosas. Queríamos entender –ha añadido– si una lesión cerebral traumática en el contexto de circunstancias de estrés en los primeros años de vida podría modular la respuesta a la lesión cerebral». 

SEPARACIÓN MATERNA Y GOLPE EN LA CABEZA

Durante la investigación se separó de forma temporal a ratas recién nacidas de sus madres durante 14 días, con el objetivo de inducirles un estrés que limitara las experiencias adversas de la infancia. El día 15, los animales recibieron una lesión en la cabeza bajo anestesia, o ninguna lesión. Después de comparó la lesión con y sin estrés.

El resultado fue que tanto el estrés solo como el estrés combinado con la lesión cerebral traumática activaron vías de neuronas asociadas con la capacidad del cerebro por adaptarse a todo tipo de cambio, principalmente para promover la flexibilidad, aunque a veces, cuando los cambios son desadaptativos, dan lugar a resultados negativos.

Según los investigadores, esto podría sugerir que el cerebro se está abriendo a un nuevo periodo de vulnerabilidad o que está cambiando activamente durante ese lapso de tiempo en el que pudiera programar déficits posterior en la vida.

Ambas condiciones también tuvieron un efecto en la señalización de la oxitocina, una hormona relacionada con el comportamiento materno y los vínculos sociales.

ASUNCIÓN DE MÁS RIESGOS EN LA EDAD ADULTA

En las pruebas de comportamiento en ratas que habían llegado a la edad adulta, únicamente las que habían experimentado estrés en sus primeros años de vida eran más propensas a entrar con frecuencia en un espacio abierto, un lugar que normalmente hace que los roedores se sientan vulnerables a los depredadores.

En general, esto sugiere que las ratas podrían estar asumiendo más riesgos en el futuro, lo que es consistente con los datos en humanos que muestran que el estrés en la vida temprana puede aumentar el riesgo de ciertas afecciones como el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), que puede caracterizarse por conductas de riesgo o trastornos por uso de sustancias.

Tales comportamientos parecen evidenciar los efectos perjudiciales del estrés en la niñez, los cuales, no obstante, pueden amortiguar, según ha señalado Kathryn Lenz, el apoyo social y el enriquecimiento.

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