Agotamiento, insomnio, ansiedad, desánimo,
abuso de alcohol, actitudes negativas, sarcásticas, cínicas y poco
colaboradoras, conflictos interpersonales en el ámbito laboral y familiar...
Algunos estudios estiman que un 15% de los trabajadores podrían padecerlo, unos porcentajes que ascienden hasta el 20% en
el caso de los agentes de policía e incluso a un 40% para los profesionales de
la sanidad.
Es el «Burnout» o síndrome de estar
quemado en el trabajo, un fenómeno del ámbito laboral que, a pesar de haber
sido citado por primera vez en la década de los años 70, acaba ser reconocido
por la OMS como una enfermedad profesional.
1974. NUEVA YORK. UNA CLÍNICA DE
DESINTOXICACIÓN…
Fue Herbert Freudenberger, un psiquiatra
de una clínica de desintoxicación de New York, el que en 1974 utilizó el
término «burnout» para hacer referencia al estado físico y mental que apreció
en jóvenes voluntarios que trabajaban en la clínica y que presentaban
agotamiento, irritabilidad y cinismo hacia sus pacientes, lo cual les llevaba a
intentar evitarlos.
Poco después, en 1976, era la psicóloga norteamericana
Christina Maslach la que, en relación a hechos similares, definía con el
término «burnout» el síndrome que apreció entre algunos de sus compañeros: un
proceso progresivo de desgaste profesional, despersonalización y baja
realización personal que podía tener lugar en profesionales con frecuentes
contactos con otras personas.
La propia Maslach y otra psicóloga,
igualmente estadounidense, Susan E. Jackson, fueron las que definitivamente, en
el año 1981, definieron el «burnout» como un síndrome tridimensional cuyos
síntomas más destacados eran:
· Cansancio
emocional: pérdida de energía progresiva, agotamiento, fatiga... como
consecuencia de la interacción entre el profesional y el público. El trabajador
siente que ya no puede dar más de sí mismo a nivel afectivo.
· Falta
de realización personal en su trabajo: respuestas negativas hacia sí mismo y su
trabajo, evaluando pésimamente su capacidad como profesional.
· Despersonalización:
actitudes negativas y respuestas cínicas y frías hacia los ciudadanos, es
decir, deshumanización en el trato.
PROPIO DE PROFESIONES EN CONTACTO CON LOS
DEMÁS
Pero, además, en la empresa privada
también puede aparecer el síndrome, especialmente en aquellos trabajadores en relación
interpersonal directa y continuada con el cliente.
Existen estudios que señalan que el
síndrome afecta en mayor medida a los denominados «workoholics» o adictos al
trabajo, personas con un alto sentido de responsabilidad,
perfeccionistas y que no delegan tareas ni trabajan en equipo, consagrando su vida casi en exclusiva al entorno laboral.
EL ESTRÉS CRÓNICO COMO ORIGEN
El origen del «Burnout» podría estar en la
respuesta al estrés laboral crónico cuando las estrategias de afrontamiento son
ineficaces, de forma que las demandas del trabajo, principalmente emocionales,
superan la capacidad y tolerancia del trabajador.
El proceso de aparición y evolución del
síndrome no es complejo: el profesional sufre elevados niveles de estrés como
consecuencia de su trabajo, y si no es capaz de movilizar los recursos necesarios
para reducirlo, éste se cronifica. De este modo, pierde habilidades y deseos
para dar una respuesta emocional adecuada a situaciones conflictivas,
comenzando a tratar a las personas con indiferencia y frialdad. El trabajador
tiene que hacer frente a un problema tras otro, dando lugar a que los
ciudadanos sean vistos como simples objetos en los que lo único que cambia es
su identidad.
ALGUNAS MEDIDAS PARA PREVENIRLO
El síndrome de estar quemado en el trabajo
puede prevenirse. Dado que su origen está en unas condiciones laborales
estresantes, es por ahí por donde, precisamente, se debe comenzar, por mejorar
la organización del trabajo y proveer al trabajador de las herramientas
necesarias para que pueda realizar sus tareas de la forma más adecuada. Una carga
de trabajo proporcionada a las capacidades de cada cual es, sin duda, una de
las medidas «estrella» en tal sentido.
Mejorar nuestras habilidades, tanto las profesionales
como las sociales, o reciclarnos periódicamente, son medidas que,
a nivel individual, también contribuirán a la prevención del síndrome.
Desconectar del trabajo, poniendo límites
y ajustando nuestras expectativas laborales, hacer ejercicio regularmente y
pedir ayuda a otras personas o, incluso, a profesionales de la salud si es
necesario, son también medidas que para no llegar a «quemarse en el trabajo».
Y tú, ¿crees estar quemándote? Toma medidas.
¿Te ha GUSTADO este post? Si tu respuesta es afirmativa, te agradecería que lo COMPARTIERAS, porque el conocimiento que no se comparte pierde su valor. Justamente debajo tienes los botones de las redes sociales. ¡GRACIAS!
Y tú, ¿crees estar quemándote? Toma medidas.
¿Te ha GUSTADO este post? Si tu respuesta es afirmativa, te agradecería que lo COMPARTIERAS, porque el conocimiento que no se comparte pierde su valor. Justamente debajo tienes los botones de las redes sociales. ¡GRACIAS!
No hay comentarios:
Publicar un comentario