El día al fin ha llegado. Lo has estado esperando durante todo el año. Comienzas tus ansiadas vacaciones y…
sorpresa: cansancio, insomnio, desánimo, dolor de cabeza, falta de apetito y
hasta de deseo sexual. ¡Uf! Pero, ¿cómo es posible? Pues puede resultarte
curioso, pero quizás estés sufriendo algunos de los numerosos síntomas de la conocida como depresión de la tumbona, un término acuñado a principios del siglo actual por doctores de la clínica psiquiátrica austriaca Wagner-Jauregg.
Y es que todos conocemos las consecuencias
de un elevado nivel de estrés laboral (irritabilidad, desmotivación, bajo
rendimiento…), pero posiblemente no sepamos tanto sobre las derivadas de una
pésima desconexión del trabajo durante el periodo en el que lo que cabría
esperar sería, justamente, todo lo contrario. Es el también conocido como estrés vacacional y tiene su explicación.
Por lo general,
trabajando a nuestro ritmo habitual, las dos hormonas más relacionadas con el
estrés –cortisol y adrenalina– presentan unos niveles elevados, acordes a
nuestra actividad. Necesitamos energía, activación, y ambas hormonas son parte del mecanismo natural que nos las proporciona.
Sin embargo, cuando desconectamos del desempeño laboral,
estos niveles hormonales disminuyen, a veces drásticamente, y puede producirse un desequilibrio, un shock que nos genere insatisfacción y otros problemas, incluso de salud, porque nuestro sistema inmunológico
se deprime, lo que favorece que podamos llegar a enfermar. El acelerón final que en ocasiones realizamos antes del inicio de las vacaciones para dejar zanjados algunos asuntos laborales puede acrecentar el desequilibrio.
LOS MÁS AUTOEXIGENTES, TAMBIÉN LOS MÁS
PROCLIVES
El estrés vacacional, como el laboral, no
afecta a todos por igual. Son aquellas personas que se exigen más a sí mismos y
que presentan signos de adicción al trabajo (los conocidos como workaholic) los
más expuestos a padecerlo, dado que a menudo, al iniciar su temporada de asueto,
se encuentran con que no saben qué hacer, disponen de demasiado tiempo libre, no existen hábitos de trabajo que cumplir…
De hecho, este tipo de trabajadores a
veces prefieren renunciar a sus vacaciones porque su nivel de estrés es incluso
superior y más angustioso que su estrés laboral habitual. Además, suele
tratarse de personas que se creen imprescindibles, lo cual incrementa esa
posibilidad de renuncia al descanso (o al menos a vacaciones prolongadas) por
temor a pérdidas irreparables si dejan hacer a los demás en su ausencia.
LA DESCONEXIÓN NO ES TOTAL
En otros casos, sin embargo, los problemas de estrés en periodo vacacional no están generados tanto por el impacto propio de un parón brusco del intenso trabajo cotidiano, sino más bien por la imposibilidad de una desconexión total del mismo.
Según el informe InfoJobs-ESADE, más de la
mitad de los trabajadores españoles responde a correos electrónicos y a
llamadas de trabajo durante sus vacaciones. Además, la facilidad de la que en
la actualidad disponemos para acceder a información a través de las nuevas
tecnologías y nuestra ansiedad por estar continuamente conectados (el conocido
como tecnoestrés) no ayudan a la desconexión.
Según el mismo informe, los trabajadores
con cargo de empleado se conectan durante las vacaciones a la oficina en el 45
% de los casos; los mandos intermedios lo hacen en el 68 %, y los cargos
directivos, en el 84 %.
Se trata de una mala práctica, porque
quienes más rinden después son, precisamente, los trabajadores que más descansan
y desconectan durante esos días de vacaciones. Así lo perciben muchas
organizaciones que saben del beneficio que el adecuado descanso tiene en sus
empleados y, con ello, en su propia productividad empresarial, por lo que
incorporan medidas para garantizar la desconexión, como bloquear su acceso al
correo electrónico.
CONSEJOS PARA DESCONECTAR
Algunas de las sencillas (para unos; para
otros, no tanto) recomendaciones que podemos seguir para desconectar y evitar
el estrés vacacional son:
1. Valora,
según tu capacidad de adaptación, desconectar poco a poco. Pasar de 100 a 0, de la tensión laboral a la calma vacacional, puede no ser ni fácil ni aconsejable.
2. Evita responder a comunicaciones
relativas al trabajo (correos, llamadas, whatsapps…) o, al menos, fija un día y
horario concreto para hacerlo. El resto del tiempo, para ti.
3. Descansa. Retrasa tu horario habitual
de despertar e, incluso, si te apetece, échate una pequeña siesta. Saborea la
tranquilidad.
4. Haz ejercicio regularmente.
5. Disfruta de tu familia, de tus amigos,
de tus aficiones, de uno o más viajes… en definitiva, de todo aquello que
durante el resto del año te resulta complicado realizar por el trabajo.
Así que, ya sabes, si ya estás o vas a
comenzar pronto tus vacaciones, DESCONECTA, que todo no puede ser trabajar.
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